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Si lo hemos usado en pocas ocasiones, lo más probable es que lo hayamos alquilado. Eso sí, si habéis llegado a un post tan específico como este sobre cómo reparar kayak, es que en su día os dejásteis un dinerito y estáis intentando salvarle la vida al vuestro. No os preocupéis, lo más probable es que tenga solución y que, con algo de suerte, no tengáis ni que llevarlo a un especialista. Reparar el caso de un kayak es relativamente sencillo si se sabe cómo, ¡y de aquí no os marcháis hoy sin la sabiduría necesaria para poneros manos a la obra!
Tipos de roturas
Cuando hablamos de una rotura en un kayak, debemos tener claro que son varios los motivos que pueden haber dañado nuestro casco. Por lo general, se debe al choque con las piedras y los troncos, aunque lo cierto es que los cuidados diarios que le demos tienen mucha culpa de ello. Lo ideal es que no arrastremos nuestra embarcación por el suelo hasta llegar al agua, que tengamos mucho cuidado al cargarla en el coche y que no la dejemos al sol más de la cuenta. Con estos cuidados tan sencillos conseguiremos que su estructura no se debilite, ¡y nos ahorraremos tener que ir remendándola!
De todos modos los malos golpes y los arañazos con mala leche siempre están ahí. Es por eso que conviene saber qué tipos de roturas puede sufrir nuestro kayak y cómo solucionarlas, que es a lo que hemos venido hoy aquí. Básicamente, estas son las formas en las que se nos puede estropear:
- Grieta en el kayak: Normalmente se produce por culpa de algo afilado y/o punzante. El tipo de reparación que deberemos afrontar dependerá de la profundidad de la misma, que puede ser superficial o atravesar todo el casco.
- Abolladura en el kayak: Lo más habitual es que venga a consecuencia de un fuerte golpe. No os lamentéis, siempre mejor el kayak que nosotros. Nuestro cuerpo tiene un arreglo bastante más complicado, y si el kayak queda inservible… ¡ya compraremos otro!
- Pérdida de algún trozo de kayak: Aunque lo normal es que también venga provocado por un impacto contra algo realmente duro, este problema también puede ser causado por la mordedura de un animal, ¡cuidado con las aguas en las que navegáis!
Y ahora… ¿qué os parece si aprendemos a reparar kayak? El saber no ocupa lugar, ¡y puede ahorrarnos un dinerito!
Herramientas que necesitaremos
Lo primero que debemos saber, antes incluso de qué herramientas necesitamos, es el tipo de materia prima que nos hará falta. Así es, reparar el casco de un kayak no es como cuando tenemos algún problema en nuestra piel, no puede coserse y ya. En la mayoría de las ocasiones necesitaremos un material de relleno, el mismo material o uno muy similar con el que se fabricó originalmente. Si tenemos forma de obtenerlo en una tienda especializada, mejor, aunque la única forma de obtener el mismo es cogiéndolo del propio kayak. En el siguiente apartado os contaremos cómo se hace, porque ahora sí que sí, toca hablar de las herramientas.
Para reparar un kayak necesitaremos unas cuantas cosas:
- Una navaja o cuchillo con buen filo y sin sierra, importante
- Un taladro con una broca fina
- Un martillo
- Una sierra o segueta
- Unos alicates
- Un trozo de malla metálica flexible como, por ejemplo, la de un colador de cocina
- Una pistola de calor o soldador, aunque con este último tendremos que tener muchísimo cuidado
¿Y para qué tanta cosa? A la hora de reparar kayaks, debemos tener siempre presente que están hechos de plástico, y que esto tiene sus ventajas y desventajas. Son ligeros y flexibles, pero también mucho más frágiles que otro tipo de embarcaciones. Eso sí, sabiendo cómo hacerlo y siendo un poco mañoso, podemos arreglar prácticamente cualquier desperfecto en solo unos minutos.
En el caso de una abolladura en el kayak, la cosa es bien sencilla. Basta con seguir estos pasos:
- Desmontar el asiento
- Darle calor a la zona afectada
- Devolver la forma original con ayuda de, por ejemplo, una fitball
- Dejar que se enfríe
Eso sí, las grietas del kayak son otra historia, ¡pero os lo explicamos en un periquete!
Cómo se hace
Reparar un casco de kayak con una grieta no resulta tan limpio como eliminar una abolladura, pero tampoco es tremendamente complicado. Es laborioso, eso sí, pero teniendo claro cómo hacerlo no resulta difícil, ¡y a partir de hoy vais a tener clarísimo todo el proceso!
Lo primero que debemos hacer es desmontar el asiento quitando los tornillos pertinentes. Una vez lo tengamos fuera, deberemos buscar algo que, al darle la vuelta al kayak, lo mantenga con su forma original. Para esto, el propio tabique central del kayak resulta ideal. ¿Por qué este paso? Pues porque al calentar el plástico tenderá a cambiar de forma, ¡así no ahorramos tener que devolvérsela luego de nuevo! Y ahora, vamos a ver paso a paso cómo reparar un kayak que parecía destinado a hundirse en el agua.
Reparar kayak, paso a paso
- Lo primero es limpiar muy bien la zona y recortarla si es necesario. Nos conviene que no haya irregularidades para poder colocar una pieza de relleno sin más problema.
- Necesitamos material plástico para rellenar el hueco. Una de las soluciones puede ser recortarlo del propio kayak, y una buena zona para ello puede ser el borde posterior. Cuando lo utilicemos irá cubierto, por lo que ni se verá ni habrá posibilidad de que nos cortemos, ¡con un trocito basta!
- Lo suyo es que abramos dos agujeritos con el taladro en cada extremo de la grieta. Actuarán como cortafuegos para que esta no siga extendiéndose.
- El siguiente paso es poner el trozo de plástico sobre la grieta y empezar a calentar con la pistola de calor, tanto dicho trozo como el kayak. La idea es que ambas partes comiencen a fusionarse. Ahora bien, no conviene pasarnos, porque el plástico terminaría perdiendo su elasticidad.
- Cuando lo tengamos, tocará hacer lo mismo con la malla e ir haciendo presión para que se integre dentro del kayak. De este modo estaremos reforzando la soldadura.
- Una vez lo tengamos, tocará hacer lo mismo por la otra cara del casco.
- Para terminar, sellaremos ambas caras con un material impermeable para dar mayor seguridad a la reparación.
Requiere tiempo y paciencia y no quedará como nuevo, pero sí lo suficientemente bien como para seguir disfrutando hasta el próximo inconveniente, ¡que no es poco!