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La escalada es uno de los deportes más excitantes, económicos y efectivos que existen. Y aunque no está exento de riesgos al 100%, si tomamos las medidas de seguridad necesarias es casi imposible que surja un accidente. En la entrada de hoy vamos a mostraros las principales técnicas para la escalada en solitario, en hielo o en Boulder y os enseñaremos los movimientos básicos.
La escalada en solitario es una de las más peligrosas y complicadas, ya que nuestra seguridad depende en exclusiva de la habilidad y experiencia. En esta modalidad, cualquier error o caída puede tener graves consecuencias, por lo que está reservada a escaladores veteranos que conocen a la perfección el funcionamiento de las cuerdas, los anclajes y reuniones.
Pese a su nivel de exigencia, la técnica de escalada en solitario es de las más emocionantes que existen en los deportes de montaña. Para una pared de 200 metros con una pendiente que oscila entre los 30º y 35º vamos a necesitar 60 metros de cuerda y 9mm de uso doble, por lo que el largo total asciende a los 30 metros. También usaremos un arnés roca especial para alpinismo, varios express, mosquetones y cordinos. Una gran cantidad de equipo que debes cargar por ti mismo, tener organizado y fácilmente accesible en tu mochila.
Destacaremos las dos técnicas principales: el autoasegurado y la doble cuerda. En el primero, hay que elegir una roca de grandes dimensiones y con ayuda de una cinta cosida y el cordino anudar la cuerda con un nudo de pescador doble. Por su parte, la doble cuerda consiste en pasar alternativamente los dos cabos por una serie de seguros que vamos aplicando en la piedra, siendo muy importante que no lleguen a cruzarse de forma desordenada.
Al igual que en el caso anterior, la técnica de escalada en hielo es muy gratificante pero no está exenta de riesgos. Se trata de una modalidad muy específica, ya que los métodos que se usan son muy distintos a los empleados habitualmente en el montañismo. ¿El motivo? Adaptarse a las calidad y textura del hielo, las bajas temperaturas, la altura y la época del año en la que nos encontremos.
El escalador de primero de cordada en una vía de hielo debe contar con los conocimientos necesarios y la habilidad para reconocer el terreno, un paso indispensable para elegir el mejor método de ascensión y establecer unos adecuados márgenes de seguridad que minimicen los accidentes. Se encarga de colocar los seguros y reuniones, un proceso que depende estrechamente del tipo de hielo: cristalino, plástico, costra, azul o glaciar.
El material que usaremos es muy variado. Los piolets curvos son muy útiles para facilitar el enganche en cascadas verticales, mientras que las dragoneras son opcionales. En tramos largos es recomendable utilizar correas para evitar la pérdida de herramientas, algo que podría dar al traste con nuestro ascenso. También es habitual usar tornillos de hielo de distintos tamaños y grosores para fijarnos a la vía, así como cintas disipadoras que absorben buena parte del impacto en caso de caída.
A diferencia de la escalada en solitario o hielo, la escalada en Boulder está especialmente recomendada para aquellos que quieren iniciarse en el mundo de la escalada, mejorar sus habilidades o simplemente entrenar. Se caracteriza por muros poco elevados y la ausencia de cuerdas de sujeción, que son sustituidas por unos colchones en el suelo.
La escalada en Boulder requiere más habilidad que fuerza, pese a lo cual nos va a proporcionar un desarrollo muscular considerablemente al tiempo que nos divertimos. El objetivo es superarnos a nosotros mismos, eligiendo cada vez movimientos más complicados para ascender por la vía. Un desafío tanto para nuestro cuerpo como nuestra cabeza.
Podemos realizar este deporte en espacios cerrados o al aire libre, tanto en Boulders naturales como artificiales. Estos últimos tienen la ventaja de que sus colores están definidos por el nivel de dificultad, que va desde V0 (el más sencillo) hasta V15 (el más difícil), por lo que nos servirán de guía para seleccionar la ruta más cómoda. O, por el contrario, elegir la más exigente.
Un error muy habitual es comenzar a escalar inmediatamente el muro, ya que esta técnica requiere que planeemos con antelación nuestros movimientos. ¿Qué presas vas a utilizar? ¿En qué orden? Y una vez arriba, si las cosas no salen como habías planeado, no tengas miedo a improvisar. El Boulder está diseñado precisamente para esto, para mejorar nuestras habilidades de escalada.
Como hemos visto anteriormente, la primera regla es que se escala con la cabeza. Esto nos permite ahorrar además un montón de energía al no tener que rectificar constantemente de posición. Está totalmente prohibido introducir los dedos en las chapas, apoyar los codos o las rodillas o agarrarse a una cuerda (especialmente si nos caemos). Cuando estés ahí arriba, tu principal herramienta será el sentido común.
Tendrás que familiarizarte con los distintos puntos de apoyo que se consiguen con las manos y los pies, que nos proporcionan mayor estabilidad y seguridad durante el ascenso. Además, nos permite mejorar nuestro equilibrio dinámico para acceder a niveles de dificultad superiores.
Se aconseja comenzar con un estilo de escalada estática. Es decir, que todos los movimientos deben ser reversibles. Posteriormente, cuando hayamos adquirido más experiencia podremos comenzar con la escala dinámica, que se utiliza en muros de 7º grado donde tendremos que efectuar pequeños saltos y otras maniobras más arriesgadas. Y finalmente hablaremos de la importancia del centro de gravedad, que debe estar situado en nuestro ombligo. Por ello, no es correcto elevar el pie por encima de las rodillas o pegarnos demasiado a las paredes.
Cuando comenzamos a escalar, un error común de principiante es estar muy tenso y realizar movimientos bruscos. Es imprescindible que aprendamos a realizar la fuerza justa y la parte del cuerpo de donde provendrá. En este sentido, aunque usemos los dedos y los brazos, la mayor parte de los movimientos en escalada vendrán de nuestros pies y piernas.
En cuanto al material, los pies de gato son un elemento imprescindible para garantizar el correcto agarre a la roca, permitiéndonos un considerable ahorro de energía. También nos harán falta cuerdas, mosquetes y otros elementos. ¡Pero no te preocupes! Si eres principiante nunca te verás en la tesitura de iniciar una vía y estarás asegurados en todo momento por un compañero que sostiene tu cuerda desde el suelo.
Y recuerda descansar convenientemente, ya que cuando empezamos en este deporte nos emocionamos tanto con nuestros avances que olvidamos que provoca un enorme desgaste. El tiempo varía según cada persona, pero por norma general es buena idea dejar pasar dos o tres días entre sesión y sesión de escalada.
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